Entrevista al académico del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la PUC
El desarrollo de un territorio no sólo se relaciona con el crecimiento económico y material, el que incluso podría afectar de manera desigual y excluyente a ciertos grupos sociales que no se encuentren en condiciones mínimas para poder disfrutar de los beneficios del progreso.
Por lo tanto, el espacio urbano es de gran relevancia como espacio de equidad, en la medida que su evolución inclusiva aporta a una mejor democracia, equidad y calidad de vida para todos y todas.
Respecto a las temáticas sociales que van de la mano con el desarrollo urbano de una región, conversamos con Francisco Sabatini, destacado académico del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la PUC, quien nos habló acerca de la segregación social y la necesidad de un nuevo diseño de políticas para la integración social, respecto a la planificación urbana, entre otros.
Con el crecimiento demográfico y urbano de las grandes ciudades del norte del país, ¿cómo opera y en qué sentido se desarrollan los procesos de expansión urbana y segregación?
Los factores que estimulan el crecimiento de las ciudades se están fortaleciendo o re fortaleciendo en tiempos recientes a nivel internacional, y las ciudades del norte de Chile no tendrían por qué ser una excepción a esa tendencia. En las ciudades, las personas disponen de mejores oportunidades laborales y de acceso a servicios, especialmente bajo el predominio global de empleos más breves y menos protegidos –lo que los economistas del mainstream llaman “flexibilización laboral”. La forma concreta que adopta el desarrollo urbano, tanto en términos de expansión como de segregación, debe ser estudiada, ya que puede variar mucho dependiendo de las políticas urbanas y de los programas, y acciones adoptadas a nivel de cada ciudad y sus municipios.
¿Qué factores condicionan la relación entre habitantes de distintas condiciones sociales?
Las relaciones entre las personas de distinta condición social están sin duda influidas por las fuertes desigualdades sociales que son características de nuestras ciudades y sociedades latinoamericanas. Pero también están afectadas por la cultura mestiza que, como proyecto masivo y dominante en el medio latinoamericano, ha favorecido ciudades menos segregadas socio-espacialmente de lo que solemos creer. Disponemos de grados de libertad, básicamente de tipo cultural, para construir ciudades poco segregadas, pero han sido los mercados de suelo y los negocios que éstos cobijan, hoy comandados por el capital de promoción inmobiliaria, los que en mayor grado determinan las tendencias y niveles de separación o segregación social del espacio urbano.
¿Falta un nuevo diseño de políticas para la integración social, respecto a la planificación urbana? Si es así, ¿qué características debería tener éste?
Sí, efectivamente echamos de menos en nuestras ciudades políticas de suelo y viviendas orientadas por objetivos de integración social. El énfasis en el abatimiento del déficit habitacional, que ha sido tan dominante en la historia de nuestras políticas de vivienda, en buena medida porque ha permitido una convergencia entre los objetivos políticos y sociales de los gobiernos y los objetivos de lucro de los empresarios, debe ser complementado e incluso ceder importancia frente al objetivo de calidad urbana. El acceso a la vivienda formal y propia, debe ser complementado con el acceso a la ciudad. Así, una política de vivienda neoliberal que ha enfatizado el “apoyo a personas” (por medio de un “subsidio habitacional” o voucher) debe ser sustituida por una política de “apoyo a lugares” consistente en la creación de áreas residenciales socialmente mixtas o integradas donde residan personas de distintas clase sociales. Esta “mixidad” puede conseguirse de distintas formas, incluso a través de un formato de micro-segregación: pequeñas áreas socialmente homogéneas (que cobijan la preferencia mayoritaria de las personas por vivir entre iguales) hacen posible el contacto inter-clasista en calles y espacios públicos. La escala de dicha segregación debe mantenerse baja, dentro de lo está definido por lo caminable, lo que se puede trasponer a pie.
Según el estudio Anillo Conicyt en el que usted participó, existe una gran disposición a la interacción social urbana entre chilenos de distinta condición social, ¿La conurbación La Serena y Coquimbo sigue este patrón o tiene alguna característica distinta?
La población de La Serena-Coquimbo sigue ese mismo patrón: muestra una alta valoración de la ciudad como lugar de diversidad, parecida a como lo hacen los residentes de Valparaíso-Viña del Mar y de Santiago, las otras dos áreas metropolitanas cubiertas en ese estudio −cuyos resultados están reunidos en el libro Sabatini, F., Wormald, G., Rasse, A. & Trebilcock, M.P. (2013) (Eds.), Cultura de cohesión e integración social en ciudades chilenas. Santiago, Chile: Colección Estudios Urbanos UC.
Independientemente de su estrato social, sexo y del tamaño de su ciudad, nuestros entrevistados creen que una ciudad donde abundan los lugares en que la gente de distinta clase social puede encontrarse diariamente es una mejor ciudad. Asimismo, tres cuartas partes de los entrevistados de todas las ciudades y sin mayor diferencia entre estrato social muestran disposición al contacto con personas de menor condición social, a pesar de que el 60 o más por ciento de ellos consideran que es conflictivo vivir con gente de clase más baja.
El Instituto de Políticas Públicas UCN de la Sede Coquimbo está realizando un estudio para la elaboración de la Política Regional de Desarrollo Urbano en esa región, ¿cómo cree usted que una política regional podría ser un aporte a la integración y cohesión social de las ciudades?
La planificación urbana debe cambiar su escala desde la urbana a la regional para hacerse cargo de los importantes desafíos ambientales que enfrentan hoy las ciudades, el cambio climático incluido. Además, así respondería la planificación urbana a la expansión de la escala geográfica de las ciudades que está aconteciendo derivada del mejoramiento de los sistemas de transporte inter urbanos. La vida urbana, definida por la movilidad y los viajes de las personas, se expande territorialmente.
Dada esta nueva geografía urbana, podemos considerar a la calidad ambiental de los lugares o áreas intra urbanas como una dimensión relevante de las desigualdades socio espaciales. Preguntémonos, por ejemplo, en qué grado los barrios urbanos más riesgosos ambientalmente, como son los asentamientos informales en laderas o en bordes de rios o de mar, deben su vulnerabilidad física a la segregación socio-espacial. Reducir la segregación, esto es, reducir la distancia geográfica entre hogares de distinta condición social puede ser una política urbana relevante no solo para favorecer la cohesión e integración sociales sino que, también, para reducir la vulnerabilidad y los riesgos ambientales. En lo más concreto, la presencia de los grupos más afluentes ayudaría a financiar obras de reducción del riesgo con un beneficio hacia el conjunto de esos vecindarios más mezclados o segregados en una escala micro.