Francisco Alburquerque: “Se requiere un avance democrático participativo que entregue a los territorios su voz y capacidad para autogobernarse”
Lo anterior se entiende como la expansión de las capacidades y co ndiciones asociadas a un área geográfica particular en donde viven personas que comparten historia, cultura, aspiraciones, medios sociales y políticos, un ambiente con sus respectivos recursos naturales, medios productivos, económicos y de infraestructura que requieren ser encadenados para potenciar el desarrollo.
Dicho desarrollo envuelve un proceso integral que conjuga variables económicas, políticas, ambientales, sociales, institucionales y culturales, que se pone en marcha para estructurar un proceso de desarrollo en forma sistémica, según expertos.
Para ahondar en el tema del Desarrollo Territorial y la Región de Antofagasta, conversamos con Francisco Alburquerque, Licenciado y Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, Master en Desarrollo y Políticas Públicas en América Latina, quien se desempeña como asesor técnico del Programa de Formación en Desarrollo Económico Local con Inclusión Social en América Latina y El Caribe (Programa ConectaDEL), del Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
¿Cuál es la importancia de la producción interna de una región?
La forma y contenido de la producción interna de una región es fundamental para su desarrollo. Incluso en economías fuertemente extravertidas hacia la producción primaria minera, como la de Antofagasta, se precisa una organización productiva eficiente de los factores fundamentales de los que depende la eficacia y la eficiencia productiva y empresarial en la región. Entre ellos se cuentan la organización y dotación de bienes colectivos necesarios como la educación, la formación profesional y técnica, la gestión medioambiental, el abastecimiento de agua y energía, las vinculaciones necesarias para asegurar la investigación y desarrollo para la innovación (I+D+i), las infraestructuras y equipamientos básicos, las relaciones eficientes entre los sectores público y privado, y entre los diferentes niveles de las administraciones públicas (central, regional, provincial y municipal), entre otros aspectos sustantivos. No hay producción externa sostenida sin esa eficaz organización productiva de la economía regional interna.
¿Cuáles son las variables claves en transición tecnológica y reestructuración económica de una región?
Las variables clave para una transición innovadora en una región no afectan solamente a temas tecnológicos, sino también sociales, institucionales, organizativos y ambientales. A veces, la incorporación de adelantos técnicos no es lo más complicado de alcanzar. Es mucho más difícil adquirir la conciencia de la importancia que existe en la colaboración entre los sectores público, privado y asociativo, a fin de crear un entorno favorable a la incorporación de innovaciones, fundamentalmente las innovaciones sociales, institucionales y culturales. Por lo general, mi impresión tras la anterior visita a Antofagasta, es que parece pervivir aún una tendencia hacia el funcionamiento aislado de los diferentes actores locales, cuando lo importante sería lograr avanzar en el establecimiento de relaciones y puentes entre los mismos, guiados por una visión o aspiración compartida de desarrollo territorial. Este tipo de innovación es clave.
Según su parecer, ¿qué obstáculos existen a la hora realizar innovación territorial?
Los obstáculos son, por tanto, la tendencia hacia un funcionamiento aislado de los actores, lo que suele mostrar una limitada convicción en las acciones colectivas, así como una visión del desarrollo muy limitada a un mero crecimiento económico del producto regional (o de las exportaciones mineras), sin atender a las diferentes dimensiones que tienen las innovaciones territoriales para el desarrollo, esto es, en los ámbitos del desarrollo social y humano, el desarrollo sustentable ambientalmente, y el desarrollo del conjunto de la trama productiva regional, esto es, incluyendo los diferentes sistemas productivos locales, así como las innovaciones de carácter institucional, cultural y político. En suma, todos estos aspectos (muchos de ellos de carácter intangible) deben ser abordados en la agenda de la innovación para el desarrollo de la región.
¿Cómo ve usted el desarrollo económico local de América Latina? ¿Se está desarrollando? ¿Existen las condiciones para ello?
Por supuesto, en América Latina existen posibilidades de avance en el enfoque del desarrollo territorial. El problema es que las oportunidades hay que saber verlas y capturarlas. En mi opinión se precisa una nueva mirada hacia el desarrollo regional, ya que el “imaginario colectivo” de gran parte de los dirigentes –tanto del sector público como privado- siguen dando prioridad a los temas macroeconómicos, al precio del cobre, a la evolución de las exportaciones, o al papel de las grandes empresas. En menor medida aparecen las políticas públicas que priorizan igualmente el desarrollo económico local, el fomento de las microempresas, las pymes, o las unidades comunitarias de producción rural, el fortalecimiento de los gobiernos municipales y regionales, el avance de la descentralización de recursos y competencias para la mejora de la eficacia de las políticas públicas. Soy consciente de que todo esto implica distribución de parcelas de poder, pero en esto consiste el avance democrático, que es también un componente fundamental en los procesos de desarrollo territorial. En mi opinión, creo que el empuje desde las regiones y municipios –sin esperar a las señales casi siempre excesivamente tardías del nivel central- es posiblemente del que cabe esperar la existencia de mejores condiciones para el desarrollo local en América Latina.
Qué componentes debe tener una estrategia de desarrollo local para ser exitosa?
En la sociedad de conocimiento, los componentes principales para el éxito de una estrategia de desarrollo local no son exclusivamente tecnológicos. Principalmente son factores intangibles capaces de incorporar nuevas formas de mirar el desarrollo “desde abajo”, esto es, con la gente, a partir de la especificidad de cada territorio. Creo que sigue existiendo excesivo centralismo en Chile y para mí eso supone exceso de desconfianza. Por eso insisto en que se requiere un avance democrático participativo de veras, que entregue a los territorios su voz y capacidad para autogobernarse. Esto no debilita –en mi opinión- al Estado chileno. Por el contrario, fortalece una sociedad mucho más creativa y, por tanto, ayuda a impulsar las innovaciones que todo proceso de desarrollo conlleva.