Yaneska Tapia, Gerente General del Centro de Investigación Tecnológica del Agua en el Desierto, CEITSAZA
El desarrollo del país y sus regiones no solo se debe a un buen manejo de las políticas económicas y sociales, este desarrollo depende también de la generación de conocimiento tecnológico y humano permanente en torno a los diferentes sectores productivos, el descubrimiento de soluciones a problemas no satisfechos y el mejoramiento de procesos, productos y servicios, factores claves para la sostenibilidad y competitividad en el medio.
En la actualidad el entorno presenta rápidos cambios, mayor cantidad de competidores y los mercados son cada vez más globales, por lo que es importante diferenciarnos desde el desarrollo de productos y servicios, hacer más eficiente el uso de los recursos, optimizar los procesos y modificar o adaptar las formas de vinculación y modelos de negocios, nos hacen generar ventajas comparativas y competitivas respecto al mercado, estos cambios permiten a su vez lograr nuevas visiones y proyectar un mayor crecimiento.
De acuerdo a lo anterior es relevante generar una cultura de innovación dentro de las empresas. Según Patricio Morcillo (Universidad Autónoma de Madrid), entendemos como “Cultura de Innovación “la forma de pensar y actuar que genera, desarrolla y establece valores, convicciones y actitudes propensos a suscitar, asumir e impulsar ideas y cambios que suponen mejoras en el funcionamiento y eficiencia de la empresa, aun cuando ello implique una ruptura con lo convencional o tradicional”. Además, se debe integrar en el espíritu corporativo de la empresa el desarrollo de la innovación incremental y por qué no, también disruptiva, a través de la investigación y desarrollo tecnológico.
Las empresas deben asumir que la rentabilidad futura que puedan generar, dependerá directamente del gasto que hoy asignan como inversión para realizar investigación y desarrollo, por esto es importante destacar que la ciencia, tecnología e innovación son líneas indispensables que se deben fortalecer y potenciar como motores del desarrollo de los países.
Los centros de investigación y desarrollo cumplen esta labor, generan soluciones tecnológicas innovadoras para la industria, externalizando y focalizando su expertiz y know how respecto a las problemáticas de los diferentes sectores productivos.
En su mayoría en Chile los Centros de Investigación son formados dentro de las Universidades y de ello una gran parte a través de fondos como Conicyt o Corfo. En países desarrollados, los centros que llevan años desarrollando I+D+i son financiados por la industria y en un menor porcentaje por fondos públicos, caso diferente a lo que ocurre en países en vías al desarrollo, donde un mayor porcentaje es apalancado a través de fondos públicos y en menor grado por la industria.
Por otra parte, si viajamos a cada región de Chile e identificamos sus características, nos podemos dar cuenta que gracias a que Chile es una larga franja de territorio, presenta características completamente diferentes, diferenciándose aún más las zonas extremas donde se percibe mayor aridez en el norte y una abundancia del recurso hídrico en el sur, de la misma forma las oportunidades para generar energía en el norte y en el sur son completamente diferentes, en el sur utilizando el recurso hídrico y en el norte explorando con energías renovables no convencionales.
Es por lo anterior y considerando que nos encontramos en una zona norte donde los recursos hídricos son escasos, debemos ver esto no como una debilidad, sino más bien como una oportunidad de buscar soluciones y generar competencias tanto en el desarrollo de innovaciones así como también en la formación de capital humano especializado que participe en la industria. Es en este ámbito donde los centros de investigación regionales cobran mayor relevancia ya que se orientan en buscar soluciones a través de desarrollar I+D+i y esto de la mano con el emprendimiento a través de las incubadoras de negocio. Trabajando de esta forma, los diversos actores se encuentran conectados y dependen el uno del otro para avanzar, considerando que el core business de cada uno es diferente y complementario. Así se fortalecen los sistemas regionales y se generan ventajas competitivas y comparativas territoriales que nos llevan a ser líderes en diversas temáticas.
En el caso del Agua, la existencia del Centro de Investigación Tecnológica del Agua en el Desierto, CEITSAZA, de la Universidad Católica del Norte (UCN), que se forma a mitad del año 2009 con aportes del Gobierno Regional a través de InnovaChile de Corfo, de la Universidad Católica del Norte y de algunas empresas de la Región, hasta el año 2012, recursos que permitieron a Ceitsaza levantar las bases para el desarrollo de I+D+i, a través de infraestructura, adquisición de equipamiento, formar competencias en los investigadores e ingenieros y determinar las líneas de investigación del Centro.
Ceitsaza, tiene una infraestructura de 550 m2 ubicados dentro de la UCN y desde el año 2010 ha desarrollado un total de 18 iniciativas a través de fondos públicos y privados. También ha logrado establecer vinculación con centros internacionales, lo cual no ha sido fácil, este es un gran desafío para los representantes de este tipo de instituciones, ya que en su mayoría los mayores ingresos se generan formulando y presentado proyectos a fondos públicos, como Corfo, FIA, Conicyt y FIC-R.
Para los centros, el activo más importante es el capital humano, que se logra formar durante el proceso de gestión de la I+D+i, no contar con los recursos suficientes para mantener en el mediano y largo plazo a las personas, se traduce en una alta rotación lo que significa a su vez mayores costos: en especialización, capacitación, integración, entre otros.
Es relevante entonces que los centros puedan dar un salto y trabajar en conjunto con la industria, para investigar e innovar en procesos, productos y servicios que desarrollen mayor competitividad. A esto se suma que los Centros deben instalar mayor conocimiento, lo cual con ayuda del sector público, a través de la creación de fondos que: (1) permitan a los centros generar competencias en asociación con centros internacionales, desde los centros regionales, realizando pasantías para generar transferencia de conocimiento en Chile y en el Extranjero en forma permanente con centros especializados y (2) establecer fondos que se orienten en fortalecer las competencias de los centros y que estos se establezcan como entes técnicos de los gobiernos regionales, a través del desarrollo de estudios e investigación, para la toma de decisiones.
Queda mucho por hacer, para fortalecer nuestro sistema de innovación regional, pensando en que somos un país joven, sobre todo considerando que el agua y la energía son recursos estratégicos para el desarrollo de la industria y el crecimiento regional. La pregunta es ¿cómo logramos que la industria genere mayores confianzas y compromisos con los centros regionales? Y ¿cómo logramos que los centros regionales puedan sobrevivir con su capital humano a los cambios de la industria con apoyo del Estado?.