Cerca de la mitad de los países de América Latina y el Caribe contemplan en sus legislaciones diferentes edades de jubilación para mujeres y hombres, una de las pocas excepciones a la discriminación por género expresamente prohibida (al menos en el papel) en todas las Constituciones de la región y uno de los temas más polémicos relacionados con las pensiones, así que iré con cuidado para no herir sensibilidades.
Esta discriminación positiva pretende ofrecer una solución al negro panorama que les espera en Latinoamérica a las mujeres al jubilarse y sobre el que una colega reflexionaba recientemente. La cuestión es: ¿lo consigue?
El principal argumento para defender una edad de jubilación más temprana para las mujeres es compensarlas o subsidiarlas por la tradicional carga de labores domésticas y crianza de niños, que hacen que participen menos que los hombres en el mercado laboral (56% frente a 83% en la región) y que, cuando lo hacen, sea de forma irregular y con menores salarios.
Pero ¿es la edad de jubilación temprana realmente un subsidio para las mujeres? Como casi siempre, la respuesta depende. Y en este caso de muchas cosas, pero voy a centrarme en dos: la historia laboral de la mujer y en el tipo de sistema pensional.
Pensemos en dos tipos de mujer
La primera mujer dedicó toda su vida a las labores domésticas y la crianza de niños. Nunca participó en el mercado de trabajo, lo hizo en un trabajo informal o muy esporádicamente en un trabajo formal. Lamentablemente, esta mujer nunca se pensionará porque nunca acumulará las cotizaciones necesarias para hacerlo. Para ella la edad de jubilación no importa, por lo que si se pretendía ayudarla con una edad temprana de jubilación no se consigue.
Una segunda mujer trabajó toda su vida, principalmente en un trabajo formal (es decir, cotizando a pensiones). Tuvo interrupciones laborales debido a embarazos, pero consiguió cotizar consistentemente por 25 o 30 años al sistema pensional de su país. Para esta mujer una edad temprana de jubilación sí puede significar un subsidio importante, dado que podrá dejar de trabajar antes y disfrutar de su pensión durante más tiempo. Aunque esto no es siempre cierto, y aquí entra la segunda distinción: depende del sistema pensional.
Todo depende del sistema pensional
Una edad de jubilación más temprana significa un subsidio en un sistema de beneficio definido, donde el monto de la pensión depende de los años cotizados, pero no de los años que le queda por vivir (como en Brasil). Es decir, una mujer con 30 años de cotización que se jubila a las 60 tiene la misma pensión que una mujer con 30 años cotizados que se jubila a las 65. En este sentido, jubilarse antes es un subsidio, dado que se recibirá la misma pensión durante más tiempo.
Sin embargo, en un sistema de contribución definida (como en Chile) la mujer que se jubila a los 65 tendría una pensión mayor que la que se jubila a los 60, porque en estos sistemas la pensión depende de la contribución acumulada y de los años por vivir. Por lo tanto, en estos sistemas jubilarse antes significa que las mujeres tendrán una pensión menor.
Aunque hay una gran variedad de casos entre la mujer que nunca cotizó y la mujer que cotizó siempre, la triste realidad es que la gran mayoría de las mujeres de la región se parecen más a la primera. Según cálculos del BID, en 2050 entre el 70% y 80% de las mujeres de la región no habrán acumulado las cotizaciones necesarias para pensionarse. Como puedes adivinar, ésta son principalmente mujeres de bajos ingresos.
Si el objetivo es compensar a las mujeres que dedican años de esfuerzo a labores domésticas y el cuidado de los niños, labores enormemente valiosas social y económicamente –mira esta valoración de mercado del trabajo de una madre-, esta no es la mejor política. Otras medidas, como una pensión no contributiva (que no esté ligada a contribuciones pasadas), tendrían mucho más impacto en el bienestar de las mujeres de la región. ¿Más sugerencias?.
Fuente: http://blogs.iadb.org/