Gobierno Regional y Universidad Católica del Norte llevaron a cabo el proyecto en tres sectores rurales de la región, la cual considera también la construcción de un modelo de desarrollo local.
La situación de sequía por la que ha atravesado la Región de Coquimbo en la última década ha hecho que tanto la comunidad como las autoridades busquen nuevas formas de aprovechar el escaso recurso hídrico, según la realidad de cada sector.
De ahí que el Gobierno Regional financiara un proyecto a través del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) para instalar una serie de atrapa nieblas en distintas localidades rurales, además de la transferencia del conocimiento para que sea la propia comunidad la que pueda darle un uso eficiente.
De esta manera, la Universidad Católica del Norte (UCN) desarrolló el proyecto «Transferencia en el uso de atrapa niebla para el uso productivo», por $169 millones, mediante el cual se instalaron atrapa nieblas en Los Tomes (Canela), Majada Blanca (Coquimbo) y Lorenzo de Peralta de Punilla y Peral Ojo de Agua (Ovalle).
En este último caso, se trata de dos comunidades que se unieron para construir un modelo de desarrollo local, aprovechando el agua obtenida desde el atrapa nieblas para regar una reserva de guayacanes, alrededor de la cual buscan iniciar un emprendimiento de turismo rural.
Hasta este lugar acudió un grupo de consejeros regionales, con la idea de conocer en terreno el funcionamiento de los atrapa niebla y los beneficios reales que ha traído la iniciativa para la comunidad.
Según Israel Vega, presidente de la comunidad Lorenzo Peralta, se trata de una iniciativa que dará un nuevo impulso a un sector que cuenta con la virtud de estar ubicado a escasos kilómetros del parque nacional Fray Jorge, lo que le da un enorme potencial en términos turísticos. No por nada, desde hace poco cuenta con cabañas, camping y un restaurant.
«Para mi ver este tema era un sueño, hemos podido darle una tremenda noticia a la comunidad, le hemos demostrado a la juventud lo que podemos lograr en el tema turístico, estamos muy cerca de Fray Jorge y hay que pensar en cómo atraer turistas (…) queremos que los jóvenes sepan que les estamos dejando algo preparado para que la comunidad no desaparezca, que la juventud tenga seguridad que tenemos algo que dejarles», asegura el dirigente.
Las nuevas generaciones
Precisamente, uno de los elementos clave en la reactivación de este sector ha sido el retorno de un grupo de hijos de comuneros, quienes se habían trasladado hasta ciudades cercanas para estudiar o trabajar y que han traído consigo nuevas herramientas y conocimientos.
Salvador Velásquez, es uno de ellos, quien también tuvo la idea de potenciar su lugar de origen a través de sus atractivos naturales. Según Salvador, esta inquietud se cruzó en el momento justo con la instalación del atrapa niebla, de ahí la idea de conservar la reserva de guayacanes y crear un nuevo punto turístico.
«Cuando regresamos quisimos incorporar a la comunidad en esto del turismo sustentable, con mucha participación. Iniciamos con un par de proyectos a través de los cuales pudimos comenzar a poner el valor todo lo que tenemos acá», relata Velásquez.
Cuenta que el tema de los atrapa nieblas permitió realizar un intercambio de conocimiento, entre lo tradicional y las nuevas tecnologías. «Hay personas de acá que tenían este sueño de resguardar los últimos guayacanes que quedaban en la punta de un cerro, que hoy están en condición de vulnerables, existen muy pocos y están muy dañados. Entonces nuestra misión fue rescatarlos y ponerlos en valor, lo cual fue posible gracias al agua de estos atrapanieblas para poder empezar».
Diseño participativo
Si bien la idea de los atrapa nieblas no es nueva en nuestra región, este proyecto cuenta con la singularidad de incorporar a la comunidad en el diseño, según sus propias necesidades y su realidad.
Así lo explicó la directora alterna del Instituto de Políticas Públicas (IPP) de la Universidad Católica del Norte, Daniela Henríquez, señalando que «tenemos esta experiencia en las tres provincias y en cada comunidad ha sido diferente, eso es parte del enfoque que tiene el proyecto, que es poder identificar las necesidades que tiene la comunidad y hacer un proyecto en conjunto. En ese sentido, los atrapanieblas son una tecnología que se adapta a la necesidades y requerimientos de la gente en la medida que ellos también participan».
En el caso de Majada Blanca, el agua es utilizada para regar un huerto de olivos, con el fin de desarrollar aceite de oliva orgánico. Mientras que, en Los Tomes, junto a la comunidad se decidió entregar agua a sus caballares y caprinos.
Una apuesta que realiza el Gobierno Regional por la innovación y la aplicación de tecnología en sectores rurales.
El consejero Juan Carlos Codoceo, presidente de la comisión de Fomento Productivo del CORE, comentó que esta es una «muy buena alternativa de cómo podemos cosechar agua que esta disponible en el ambiente y que no se aprovecha, dándole distintos destinos como agricultura, riego o incluso algún día ver la forma de utilizarla para el consumo humano. Lo importante es que la gente de los sectores rurales tenga a acceso y las mismas posibilidades que cualquier otro ciudadano».
Por su parte, el consejero Cristian Rondanelli, vicepresidente de la misma comisión, destacó que es «un proyecto enfocado en las comunidades agrícolas del sector secano costero, que es un área productiva importante y en esta zona nos comentaban de la gran problemática por la sequía, quw afecta a la región completa. Hoy estos proyectos van un poco más allá, sin iniciativas como estas, las comunidades están condenadas a desaparecer, porque los jóvenes no tenían incentivos para quedarse y desarrollarse, hoy el enfoca es distinto».
Características técnicas
A partir de la experiencia realizada en localidades como Chungungo (La Higuera) a mediados de los años 90, también se ha obtenido un aprendizaje. De hecho, las nuevas tecnologías han permitido mejorar sustantivamente el uso de los atrapanieblas.
Las estructuras actuales tienen 150 metros cuadrados de malla, con pilares de acero galvanizado y cables de alta resistencia al viento, el cual puede superar los 100 kilómetros por hora en estos sectores.
Según explicó Pedro Hernández, encargado técnico del proyecto, en la Región de Coquimbo se da una condición en que permanentemente hay niebla, «que está formada de pequeñas gotas microscópicas que no tienen la capacidad de caer como la lluvia, así que lo que hace esta malla es atrapar esas gotas hasta formar una mayor, que es la que cae y va a una canaleta para después recolectar en un depósito con capacidad para 7 mil litros».
En general el promedio de agua recolectado en la región es de 3 litros por metro cuadrado de malla al día. Es decir que, en un atrapanieblas de 150 metros cuadrados, es posible cosechar diariamente 450 litros, mientras que en año se acumularán entre 160 a 200 mil litros.