Bajo crecimiento en Latinoamérica

Los vientos de cola que venía disfrutando América Latina hasta el año 2013 siguen amainando y con ellos, las perspectivas de corto y largo plazo para la región, por lo menos mientras no se aborde con decisión el impulso a la productividad a través de las reformas estructurales. En efecto, al inminente inicio de la subida de tipos de interés por parte de la Fed hay que sumar las mayores dudas acerca del crecimiento en China y la corrección del precio de las principales materias primas. ¿Qué implica esto para la región en el corto y largo plazo?

Empecemos por el corto plazo. A estos tres factores externos adversos hay que sumar también una acusada debilidad del consumo y, especialmente, de la inversión en los últimos trimestres, reflejo del deterioro de los indicadores de confianza de hogares y empresas en la región. Sin duda, parte de ese pesimismo deriva del entorno externo, pero también ha sido muy importante el ruido político en algunos países, así como la incertidumbre alrededor del futuro de la política económica en otros. Y, por supuesto, no se puede dejar de lado que la propia desaceleración en la región ha generado un círculo vicioso al alentar el pesimismo del sector privado. De este modo, en BBVA Research prevemos que América Latina en promedio prácticamente no crecerá este año (0,2%) y repuntará gradualmente hasta el 1,1% en 2016. Así, en el trienio 2014-2016 la región crecerá por debajo del promedio de la OCDE, algo que no se veía desde hace 15 años.

¿Y el largo plazo? Los menores vientos de cola también han ajustado las perspectivas de largo plazo de la región. Si hace un año el crecimiento potencial de la región para el próximo lustro se estimaba en 3%, nuestras estimaciones recientes lo sitúan en 2,7%, sobre todo por el ajuste a la baja de América del Sur, la zona más impactada por el menor crecimiento esperado en China y el ajuste de los precios de las materias primas.

¿Qué hacer? Frente a la desaceleración actual, en algunos casos se justifican medidas de estímulo de demanda —monetarias o fiscales—, teniendo en cuenta que el PIB se sitúa debajo de su potencial. Pero no todos los países han recompuesto los espacios para esas medidas de estímulo, después de haberlas usado con éxito para capear la crisis global de 2009. Además, en otros casos, las políticas económicas no han recuperado la credibilidad perdida en los años de fuertes estímulos de demanda.

Con todo, lo más importante, como siempre, es no perder de vista el largo plazo. Frente a los menores vientos de cola, resulta aún más importante impulsar el crecimiento en el largo plazo a través de la inversión en capital físico (infraestructuras, especialmente) y las reformas estructurales para impulsar la productividad. México es un buen ejemplo: gracias a las reformas estructurales impulsadas en los últimos dos años, estimamos que el crecimiento potencial aumentará del 2,5% en 2011-2015 al 3,4% en 2016-2020. Sin duda, un ejemplo que algunos países de la región están empezando a seguir y deberían continuar con sus propias reformas.

Juan M. Ruiz es economista Jefe para América del Sur de BBVA Research.

Fuente: http://economia.elpais.com/

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