Nadie que mire con mediana objetividad y distancia el programa de gobierno ofrecido por el presidente electo Gabriel Boric, podría pensar que estamos frente a una propuesta que llevará al país hacia modelos como el venezolano o cubano. Por el contrario, lo que se observa, es un pro grama conceptualmente ideado de acuerdo con las experiencias que los movimientos de cuño socialdemócrata han impulsado en los países con democracias capitalistas avanzadas. En el programa, lo que encontramos es un enfoque que equilibra el rol del mercado, y entrega al Estado las tareas de resolver la deuda de derechos sociales y con las minorías postergadas, la profundización de la descentralización, el cuidado del medio ambiente y la adaptación de la economía al cambio climático. Un curso de acción que aspira a realizar un salto al desarrollo y el bienestar con estabilidad política, económica y social, con horizonte de tiempos previsibles para las actuales generaciones.
Sin embargo,los programas tienen aspectos que son ideales y que pueden ser fuente del fracaso, los gobiernos sin renunciar a las metas ideales están obligados a analizar con detenimiento las circunstancias, para saber con precisión que es posible construir en el presente. El tiempo del programa es pasado, los desafíos del presente y el futuro son los de la realpolitik.
El primer desafío del nuevo presidente será el de gobernabilidad. El nuevo presidente deberá gobernar el Chile de las demandas del estallido con un contexto político frágil y fragmentado.Lassegrn1das vueltas,resuelven parcialmente el problema de la gobernabilidad, de los 4,8 millones de votos,los adherentes duros son los 1,8 millones de la primera vuelta, por ello, es importante explorar los límites posibles del verdadero mandato o contrato que resultó de la elección. Adicionalmente, el sistema político chileno expone al nuevo presidente a gobernar con una distribución del poder en el Congreso en la cual su coalición es una minoría, lo cual implica el desafío de ampliar vía consensos y negociaciones sus bases de apoyo.
Un segundo desafío, será reordenar su programa de acuerdo con los horizontes de lo posible en el presente, dada la distribución compleja del poder político que resultó de la elección. El mismo presidente ha dicho que «el programa no está escrito en piedra'», convocó a economistas de centro izquierda y se corrió al centro en segunda vuelta. Lo más probable, es que su administración sea la combinación de los ideales programáticos con el realismo conceptual de la socialdemocracia. Un ejercicio que veremos en los próximos tiempos, dado que la remodelación de la escala impositiva para financiar Las demandas sociales más esperadas como son las pensiones y la salud, no solo es un ejercicio cosmético, sino que tocará columnas fundamentales del modelo neoliberal chileno.
Finalmente, otro desafío será el de la racionalidad para disminuir las enormes expectativas y dar respuestas a las demandas de un país y región con altos niveles de frustración, causas que generaron el debilitamiento y la fragmentación de las fuerzas políticas tradicionales.