El dinamismo de la economía regional permite a Antofagasta exhibir un conjunto de factores asociados al crecimiento que la acercan al círculo de las economías de la OCDE. Un PIB promedio percapita que supera los $ 32 mil dólares, junto con aquello la pobreza ha disminuido de manera estable en el tiempo y es el territorio donde los frutos del crecimiento económico se distribuyen de manera más equitativa en relación con el resto de las regiones del país de acuerdo al coeficiente de Gini.
Sin embargo, el crecimiento económico de que ha disfrutado desde los noventa, por sí solo no ha sido suficiente para resolver temas como delincuencia, segregación urbana, baja calidad de los servicios públicos, excesiva centralización, menor esperanza de vida, desarraigo, déficit de competitividad e innovación entre otros.
Crecientemente aquellas problemáticas que requieren soluciones y bienes públicos más complejos, aumentan su grado de dificultad para ser abordados desde una perspectiva estatal sectorialista tradicional. La producción de bienes públicos asociados a los desafíos del bienestar y de la construcción de sociedades sustentables requiere superar aquellos enfoques incorporando nuevas prácticas que vinculen o adicionen un conjunto actores de la sociedad civil y del sector privado. El objetivo será generar una acumulación superior de sinergias que permitan abordar los desafíos vinculados al desarrollo sustentable de las sociedades y los territorios.
La producción de bienes públicos relacionados con el desarrollo requiere de nuevas prácticas de asociación Estado-Sociedad. Un proceso que la literatura académica desde los noventa ha denominado gobernanza (governance en su definición inglesa). Más que ser fruto de las teorías o la moda académica difundida por instituciones como el Banco Mundial o la OCDE es un concepto o una definición que pretende capturar los procesos, interrelaciones e interacciones más comprensivas y provocadoras de desarrollo que actualmente ocurren en la sociedad y cuya incorporación al ámbito público define lo que se denomina el buen gobierno. La generación de una multiplicidad de asociaciones de la sociedad civil, así como la profundización de las políticas de responsabilidad social empresarial en el sector privado es una muestra de aquello.
El fortalecimiento de los procesos de gobernanza, un eje prioritario impulsado por Naciones Unidas en Rio + 20, permite elevar las capacidades de gobernabilidad descentralizada de los estados y los territorios regionales. La experiencia comparada de estas décadas, muestra que los procesos de gobernanza facilitan acuerdos sociales sólidos que robustecen el bienestar ciudadano así como la legitimidad de la gobernabilidad, por el contrario donde predomina los déficit de aquellos procesos así como los canales de interacción provoca descoordinación, duplicidades, falta de acuerdos, aumento de las tensiones, disminución de la eficacia y la eficiencia en el uso de recursos para generar soluciones compartidas.
El desarrollo de la gobernanza, con la inclusión de procesos e interacción de múltiples actores es un mecanismo de fortalecimiento de la democracia en las sociedades regionales. La gobernanza obliga a la búsqueda de acuerdos, consensos, negociaciones entre actores con intereses diferenciados y contrapuestos. La historia de los territorios más exitosos ha pasado por incorporar este tipo de procesos no exentos de tensiones.
Probablemente, uno de los elementos estratégicos relacionados con las posibilidades de la región de Antofagasta de alcanzar el desarrollo será la capacidad de los actores públicos, privados y de la sociedad civil de construir estructuras permanentes de participación que permitan procesos e interacciones que faciliten la negociación y los acuerdos en los temas prioritarios de la región.
Los obstáculos al desarrollo están dados en la actualidad por los déficit de cooperación y asociación de actores que van más allá del área de influencia estatal para abordar la producción sustentable de bienes asociados al desarrollo. La incorporación de procesos de inclusión e interacción con la sociedad es lo que definirá en el futuro el destino de sociedades regionales que han alcanzado un nivel de crecimiento económico que les permite aspirar al desarrollo.
Cristian Rodríguez Salas
Observatorio Regional de Desarrollo Sustentable
Director