El número de personas atrapadas en la pobreza extrema se reducirá este año a 702 millones, según las últimas proyecciones del Banco Mundial difundidas este domingo. Los más necesitados del planeta representan así el 9,6% de la población mundial. Es la primera vez que esa proporción desciende del 10%. La organización pronostica que el número de ciudadanos en situación pobreza extrema se reducirá hasta 2020 pero cree que a partir de entonces será muy difícil avanzar hacia el objetivo de erradicar la miseria en 2030. La institución eleva a 1,90 dólares al día el mínimo para sobrevivir en los países más pobres.
El objetivo de reducir la pobreza extrema por debajo del 3% de la población mundial en 2030 “puede lograrse” en esta generación, asegura Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, “nos estamos acercando”. La población atrapada en esa situación de penuria rondaba los 902 millones en 2012, lo que representaba el 12,8% de los habitantes del planeta. En los últimos cuatro años se ha reducido un 30%.
Esto se explica por el robusto crecimiento en los países en vías de desarrollo y emergentes, que hicieron de motor de la expansión global tras la Gran Recesión hasta el año pasado. India fue el principal contribuyente a la mejora en los niveles de pobreza mientras que América Latina fue la región donde más gente entró a formar parte de la clase media, gracias a los programas educativos.
“Que la proporción de individuos en extrema pobreza caiga a un dígito debe animarnos a impulsar el proceso”, señaló Kim en conferencia telefónica. El surcoreano admite que la moderación del crecimiento global, la volatilidad en los mercados, el paro y la amenaza creciente del cambio climático platean un reto mayor. “Va a ser extremadamente difícil avanzar”, opina.
El Banco Mundial hace la proyección tras actualizar el método para calcular lo que un individuo necesita consumir para poder sobrevivir en un país pobre. Ajusta el baremo a la inflación, el precio de las materias primas y otros componentes como el tipo de cambio. El valor de esa cesta se eleva a 1,90 dólares diarios, desde los 1,25 dólares que se venían utilizando como referencia en base a los precios de 2005. “Hemos sido muy cuidadosos al afinarlo”, explica Kaushik Basu, economista jefe del Banco Mundial. El último ajuste en la línea de pobreza se realizó en 2008. Había un temor de que con la actualización se hubiera metido a más gente en el grupo de los más pobres. Basu insiste en que el nivel de consumo no cambia, pero admite que hay casos donde los porcentajes fluctúen ligeramente.
A corto plazo, preocupa el efecto combinado del alza de tipos de interés en Estados Unidos con la moderación del crecimiento en China y el abaratamiento de las materias primas. “Ya observamos un incremento dramático en la solicitud de financiación porque es cada vez más difícil acceder al capital”, advierte Kim, “y la inversión externa en los países en desarrollo no es tan alta como antes”.
El proceso que debe llevar a erradicar la extrema pobreza se complicará a partir de 2020. Las simulaciones muestran que mientras se reduce la miseria en todas las regiones, la mitad de las personas más necesitadas se concentrarán en los países más vulnerables o en conflicto. Eso obliga a una acción global mayor para evitar que esas bolsas de pobreza profundicen aún más en la miseria.
Pese al significativo avance observado, la mitad de la pobreza se concentra en el África Subsahariana, donde se proyecta habrá 347 millones de personas viviendo con menos de 1,90 dólares a final de 2015. Asia meridional es la segunda más castigada, con 231 millones de personas hundidas en la miseria. Si se les suman los casi 83 millones en el Pacífico asiático, acumulan el 95% del total.
El Banco Mundial recuerda, además, que la pobreza es un problema que afecta a los países de rentas altas. Por eso pide que se adopten políticas que vayan más allá de incentivar el crecimiento. “Es insuficiente para conseguir el objetivo marcado”, advierte Kim. Sus economistas calculan que la expansión real contribuyó a reducir la pobreza en un 1% al año desde 1980 y sin un esfuerzo adicional puede revertirse.
El presidente de la institución propone que se adopten medidas que permitan atender al 40% de la población con los niveles más bajos de renta, los más vulnerables. Esto, insiste Kim, no solo permitirá una mejor distribución de la prosperidad, además impedirá que los que abandonaron la pobreza vuelvan a quedar atrapados. “Hay que pensar y hacer cosas diferentes”, concluye.
La institución financiera creada para apoyar a los países más rezagados del mundo da a conocer estos datos una semana después de acordarse en Naciones Unidas la agenda global para el desarrollo sostenible. Esta semana, además, celebra en Lima (Perú) la cumbre anual con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la primera en 50 años que acoge un país latinoamericano.
El gran reto para Latinoamérica
S. P., NUEVA YORK
La situación en América Latina se sigue con cautela en las instituciones internacionales. La proyección del Banco Mundial es que haya 29,7 millones de personas en la extrema pobreza este año, equivalente al 5,6% de su población. Hace tres años afectaba al 6,2% de los habitantes del subcontinente americano, ó 37,1 millones de personas que tenía que vivir con menos de 1,90 dólares diarios.
El organismo presentará el miércoles un desglose de la evolución de la pobreza por países. Lo que sí señala es que el “viento de cara” para el conjunto de la región ahora “es muy fuerte”. El gran temor de los organismos internacionales ante esta situación de incertidumbre por la brusca moderación de crecimiento es que se pierdan los avances logrados durante las últimas dos décadas.
“Pasaron muchas cosas buenas hasta el pasado año”, valora el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim. Cita en concreto que por primera vez en la historia del subcontinente haya más gente en la clase media que la que vive en la pobreza. Perú, anfitrión de la reunión anual, es un ejemplo. “Pero no hay que darse por satisfechos con lo conseguido en la reducción de la desigualdad”, advierte, “el reto es enorme”.
América Latina es, de hecho, una región en la que confluyen numerosos riesgos. El estudio incide en el efecto que el desplome de las materias primas puede tener en las economías que producen y exportan estos productos. Por eso se insiste que es “crítico” que diversifiquen su modelo económico y adopten políticas para ser más competitivos a largo plazo, incrementando la productividad y la formación.
Fuente: www.elpais.com