El 23,43% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) son liberadas a la atmósfera desde China. El país se ha transformado en el mayor generador de uno de los gases causantes del efecto invernadero, que calienta el planeta y por el que está cambiando el clima.
Aunque aún defienden que son los países desarrollados los que más tienen que hacer ahora para bajar las emisiones, este martes China se comprometió formalmente a hacer su parte: bajarán entre 60% y 65% sus emisiones hacia el año 2030, tomando como base el 2005 y condicionado a su crecimiento económico. Tal como habían adelantado el año pasado, cuando anunciaron un compromiso conjunto con EE.UU. (el segundo que más CO2 lanza en el mundo: 14,69%), esperan alcanzar el peak de emisiones antes de 15 años.
La propuesta asiática fue celebrada a nivel internacional. Brian Deese, asesor climático estadounidense, señaló que ahora “más del 70% de las emisiones globales están representadas por los países que han hecho compromisos concretos, post-2020”. Mientras Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, agregó que las últimas presentaciones (también fue anunciada la de Corea del Sur) representan “una importante contribución a la construcción del impulso y fortalecimiento para un nuevo y significativo acuerdo sobre el cambio climático”.
Sin embargo, destacó que las INDC (contribuciones determinadas a nivel nacional) presentadas “ofrecen un piso y no un techo para la ambición”.
Li Shuo, analista de cambio climático y energía de Greenpeace Asia Oriental, indicó que el compromiso chino “no va lo suficientemente lejos”. “Esto significa que va a reducir la cantidad de emisiones de CO2 por unidad de PIB. Pero Greenpeace cree que con la disminución del consumo de carbón de China, lo que contribuye con cerca del 80% de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía, podría y tiene que hacer algo más que lo que se comprometió”, publicó en el blog de la organización.
La propuesta china, al igual que la chilena -y a diferencia de otras como la estadounidense y la de la Unión Europea, que tienen bajas absolutas-, está sujeta a su crecimiento económico. La rebaja de emisiones se calcula en toneladas por unidad de PIB, es decir, el total de emisiones por año se divide por el PIB anual, y a ese cuociente se resta el porcentaje que el país se ha comprometido a bajar.
Para Andrea Rudnik, experta en políticas de cambio climático y parte del programa Maps Chile (Mitigation Action Plans and Scenarios), el plan chino es adecuado. “Es súper ambicioso y han dado señales de que lo van a cumplir”, bajando su consumo de carbono a una velocidad que nunca habían conseguido.
Primeras contribuciones
La propuesta china es una de las 16 entregadas hasta este momento, para cumplir con el compromiso internacional aceptado en diciembre pasado en la cumbre de Lima, cuando cada país acordó enviar una propuesta de emisiones ajustada a su realidad, antes de la próxima reunión en la que se decidirá un nuevo protocolo para bajar las emisiones a nivel global.
Gabriel Araya, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), indica que es difícil comparar las contribuciones, pues no se acordó un proceso estandarizado y existen diferencias, por ejemplo, en los temas que abordan, tipo de compromiso, gases que se reducirán y la información base para elaborar las propuestas. “Tanto Chile como EE.UU., por ejemplo, hablan de inventario de gases, pero China no tiene uno”, sostiene.
A pesar de las diferencias, de acuerdo a Climate Action Tracker, una herramienta creada por expertos internacionales en políticas de cambio climático y que realiza un seguimiento de las propuestas de reducción de los países estandarizando su información, de los compromisos ya anunciados, sólo Rusia y Canadá no cumplen con lo que deberían. Chile, que aún no realiza su propuesta oficial, tampoco estaría haciendo lo suficiente.
El caso chileno
En Chile la propuesta para bajar emisiones pasó por consulta pública y ahora deberá ser analizada por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad y el Cambio Climático, para ser enviada este mes a Naciones Unidas.
Las opciones incluyen reducir entre 35% y 45% de las emisiones por unidad de PIB a 2030, en base a 2007. Pero el análisis de Maps, dice Rudnik, señaló que para cumplir con lo científicamente corresponde, Chile tendría que reducir mínimo el 55% de sus emisiones.
Sebastián Vicuña, director ejecutivo del Centro Cambio Global, de la U. Católica, dice que incluso para cumplir con las actuales metas en evaluación habría que hacer esfuerzos adicionales en términos de implementación de políticas que permitan un uso cada vez más eficiente de la energía y de una descarbonizacion de la misma, pero son metas posibles.
Fuente: www.latercera.cl