El impuesto al refresco en México ha comenzado a dar sus primeros frutos. Un estudio de la Universidad de Carolina del Norte y el Instituto Nacional de Salud Pública del país ha desvelado esta semana que las ventas de las bebidas azucaradas cayeron en promedio un 6% durante 2014. El Congreso mexicano aprobó en 2013 un polémico impuesto de un peso mexicano (0,07 dólares) para los líquidos con azúcar añadida, que equivale al 10% del valor de estas bebidas en el mercado mexicano. La medida, que busca combatir los niveles de obesidad entre la población, fue entonces criticada por los productores de refrescos quienes impulsaron campañas para impedir la caída de este producto y la implementación del llamado Impuesto Especial sobre Producción y Servicio (IEPS).
El estudio analizó los hábitos de compra de la población de 53 ciudades mexicanas con por lo menos 50.000 habitantes. La investigación encontró que aunque la disminución en las ventas del producto se presentó en todos los niveles socioeconómicos fue más profunda en los de mayor pobreza, donde la caída fue de hasta un 9%. Además, la compra de bebidas sin el impuesto, como el agua embotellada, creció un 4%. Las autoridades mexicanas han reconocido que la población en pobreza (un 46,5% de los mexicanos) se ha inclinado en los últimos años a consumir refrescos como consecuencia de tener poco o nulo acceso al agua potable.
La caída en la venta de refrescos se reflejó también en las cuentas del líder de este producto: FEMSA, la embotelladora de Coca-Cola en México. Sus resultados del año pasado arrojan un descenso del 2,5% en las ventas de la firma, todavía menor al 7% que la compañía había estimado una vez que los legisladores aprobaron el gravamen. La industria ha contrarrestado el impuesto con campañas publicitarias y promociones para quienes adquieran sus productos. La Hacienda mexicana ha conseguido 1,2 millones de dólares en el último año por esta carga fiscal y en los próximos días informará sobre el destino de esta recaudación.
En la mesa mexicana nunca han faltado el refresco. Las tiendas de alimentación ofrecen el producto en distintos sabores y con presentaciones que van desde los 200 mililitros hasta los tres litros. En algunas comunidades rurales en México es más fácil conseguir una lata de Coca-Cola que agua potable o leche, según han reconocido las autoridades. A pesar de los recientes impuestos, es habitual que en los hogares del país se considere a estas bebidas como un producto básico.
Ante este panorama algunas organizaciones han pedido al Gobierno mexicano elevar la carga fiscal hasta un 20% (dos pesos mexicanos; 0,13 dólares) —como lo recomiendan los organismos internacionales— en el diseño de la Hacienda del próximo año, que se discutirá en septiembre en el Congreso. También han reclamado que el Impuesto al Valor Agregado (IVA) del agua embotellada sea eliminado, en productos con menos de 10 litros, para lograr que ésta sea más accesible para la población con menos ingresos.
Fuente: www.elpais.com